La violencia psicológica es una de las peores formas de violencia, ya que afecta a las personas a nivel emocional y como su nombre lo indica, a nivel psicológico. No incluye golpes o maltrato físico, sin embargo puede resultar más grave, pues a través de ciertos actos o de la omisión de los mismos, se daña la estabilidad psicológica de las personas.
Este tipo de violencia es invisible y
más difícil de detectar ya que no hay heridas visibles. Es múltiple porque se puede presentar en
varios ámbitos: en la pareja, en el trabajo, en la escuela; en cualquier tipo
de relación en donde una de las partes ejerza poder sobre la otra. Es gradual,
pues la víctima, el victimario y la sociedad se acostumbran a este tipo de conductas y va subiendo de
intensidad.
El maltrato psicológico, se manifiesta
como un proceso largo en donde la víctima no se da cuenta de la forma en que el
agresor vulnera sus derechos o la
humilla de manera tal, que va perdiendo su autoestima y la seguridad en sí
misma.
La violencia psicológica se puede
presentar de muchas formas:
Control de la imagen, tiempos,
actividades, privacidad y redes sociales.
Sentido de posesión exagerado o celotipia.
Insultos y humillaciones.
Comparaciones para descalificarla,
devaluarla o marginarla.
Infidelidad.
Rechazo constante.
Tono de voz fuerte y desagradable.
Miradas fijas.
Risas burlonas y sarcásticas.
Negligencia o abandono.
Moraliza: Es una forma sutil de
control, el agresor se siente dueño de la verdad absoluta y juzga a los
demás, desde su postura respetable
convence a los demás de comportarse como él quiere.
Interpreta: Supone que el agresor
conoce los pensamientos de los demás, y de acuerdo a estas interpretaciones
actúa en consecuencia.
Tergiversa: El agresor sospecha de las
intenciones de los demás, sintiendo que siempre están en su contra.
Interroga: La persona agresiva se
dedica a investigar al agredido, principalmente cuando entran en juego los celos.
Manda u ordena: El agresor al sentirse
superior y ordena a los demás lo que tienen que hacer y cómo hacerlo. Piensa
que al someter a los demás se gana el respeto de los mismos.
Impone soluciones: Toma las decisiones
sin considerar la opinión de los demás.
Critica: Siempre son críticas
negativas que provocan malestar en las demás personas, buscando siempre la
confrontación.
Ridiculiza: Siempre se está burlando
de la víctima.
Desprecia: El otro siempre es inferior
a él, por lo tanto lo menosprecia constantemente.
Reprende: En vez de sugerir cambios,
critica de forma muy destructiva.
Amenaza y ejerce coacción: Recurre a
las amenazas cuando no consigue lo que desea, obligando a la víctima a
obedecerlo.
Culpabiliza y se siente víctima: Proyecta
su agresividad en la víctima y se percibe como inocente, incomprendido,
justificando así sus conductas.
Pseudoaprueba: Aparenta comprensión y
aprobación, dejando a la víctima con un gran sentimiento de culpabilidad.
Manifestándose nuevamente como víctima.
Tranquiliza: Después de haber hecho
algo malo, trata de tranquilizar a la otra persona, demostrando lo bueno que
es, lo exagerado de su reacción y la responsabiliza de lo ocurrido.
Se retira: Esta agresión se
caracteriza por la pasividad, falta de compromiso para mejorar la relación, por
el distanciamiento y alejamiento para manipular a la víctima.
El maltrato psicológico es muy sutil,
muchas veces no nos damos cuenta que somos víctimas de este tipo de violencia,
pues justificamos las conductas agresivas de los demás, pensando que es su
forma de ser, que está atravesando por momentos de estrés, que se le va a pasar, que nosotros estamos muy
sensibles, que estamos exagerando, que nos merecemos que nos traten así. Precisamente en este tipo de razonamientos
está el peligro de esta violencia, pues como no son agresiones físicas que nos
pueden causar la muerte, no les damos importancia y podemos caer en un espiral
de violencia, que lastima nuestra integridad emocional, dejando secuelas muy
profundas y del que solos no podemos salir.