Violencia Escolar: Un Problema con Múltiples Aristas
Entre los observadores de la violencia encontramos a aquellos que se ponen del lado del agresor, pues así se sienten fuertes. Algunos se divierten con las agresiones, o creen que protestar no sirve de nada o tienen miedo de defender a la víctima y que el agresor extienda su conducta hacia ellos. También pueden sentir que están sacando sus propias frustraciones al ver cómo es agredido alguien más.
Consecuencias de la Violencia Escolar:
Fracaso y dificultad escolar.
Alto nivel de ansiedad y fobia escolar.
Déficit en la autoestima.
Cuadros depresivos.
Intentos de suicidio.
Autoimagen negativa.
Bajas expectativas de logro.
Indefensión aprendida, la víctima aprende que no puede controlar los sucesos de su entorno, cayendo en un estado de desesperanza.
Para
el agresor:
Aprendizaje: para obtener sus objetivos a través de la violencia.
Antesala de una conducta delictiva.
Reconocimiento social y estatus dentro del grupo.
Generalización de las conductas negativas y agresivas a diferentes ambientes sociales como la familia o el grupo de amigos.
Para
los observadores:
Deficiente aprendizaje sobre cómo comportarse ante situaciones injustas.
Exposición y refuerzo de modelos inadecuados de conducta.
Falta de sensibilidad ante el sufrimiento de los otros.
CAUSAS DE LA VIOLENCIA ESCOLAR:
En
la familia:
Actitud negativa de los padres hacia los hijos carente de afecto y con rechazo.
Alto grado de permisividad de los padres ante las conductas agresivas de los niños, es importante que aprendan a tener límites en su conducta y las consecuencias al no respetar estos límites.
Uso del castigo físico y maltrato, como forma correctiva, generando con este tipo de disciplina más violencia.
Crisis en el ámbito familiar, divorcio, enfermedades, acontecimientos traumáticos.
En
el ámbito personal:
En el agresor:
Falta de control, impulsividad, aprendizaje de conductas violentas en los primeros años de vida, consumo de sustancias ilícitas.
En la víctima:
Rasgos físicos que hacen a la víctima distinta: puede ser que use lentes, que tenga sobrepeso, por su color de piel, por su estatura, por su manera de hablar, estos rasgos son solamente desencadenantes, no influyen en el desarrollo, agravamiento o término de las agresiones.
En
el ámbito escolar:
Diversos cambios de escuela.
Alumnos de nuevo ingreso que provienen de ambientes escolares diferentes y que tienen problemas para adaptarse al nuevo colegio.
Cambios en los profesores o de curso.
Sistema disciplinario laxo, inconsistente ambiguo o extremadamente rígido.
En
el ámbito social:
Contagio social:
El modelo de actuación del grupo influye en todos los espectadores, pero principalmente en aquellos que no tienen un sistema de valores, son inseguros, dependientes, no son importantes para el resto de los compañeros. Por contagio social implica que adoptan el modelo observado y se convierten en agresores.
Diluir de la responsabilidad individual:
Al actuar en grupo o acompañados de otros se reducen los sentimientos de culpa, que se manifestarían individualmente.
Cambios en la percepción de la víctima:
Cuando la víctima es constantemente agredida se percibe como alguien con poco valor, merecedora de los ataques y de la culpa. Esta percepción disminuye la culpa del agresor.
Medios de comunicación y redes sociales:
Son un contexto educativo informal de gran importancia en el desarrollo y aprendizaje de nuestros niños y jóvenes. La exposición a programas, juegos y videos, violentos socialmente aceptados se suma a estos factores de riesgos.
Valores de la sociedad:
Valoración del poder y el éxito, así como de los bienes de consumo se percibe la violencia como medio de control, frente a las personas, sus habilidades y sus capacidades.
El bullying es un problema muy serio, con muchas aristas que hay que comprender para poder ayudar a aquellos que son víctimas, pero también a los agresores y a los que como observadores crecen y absorben la violencia que viven todos los días.
No es un problema sólo de la escuela, también es un problema de la
familia y de la sociedad. Si como padres detectamos a tiempo conductas de
miedo, angustia o aislamiento; así como agresión, falta de control ante la
frustración o intolerancia, tomemos acciones que detengan el problema a tiempo.
MARCELA BARRERA