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Sanando Juntos: El Poder de los Grupos de Ayuda Mutua







La Organización de las Naciones unidas ha definido la violencia contra la mujer como: “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.

            La violencia se clasifica en: 

  •  violencia de Género
  •  violencia o maltrato doméstico 
  •  violencia familiar
  •  violencia física
  •  violencia psicológica
  •  violencia moral 
  •  violencia sexual
  •  maltrato sin lesión

La violencia deja muchas huellas en las personas que son víctimas de esta, desde lesiones físicas, desarrollo del trastorno de estrés postraumático, desesperanza aprendida, síndrome de Estocolmo entre otros.

Las personas que son maltratadas reciben en el momento de la agresión atención para ayudarlas a afrontar la crisis, lo que incluye el manejo de sentimientos, comportamientos e ideas para comenzar el proceso de resolución del problema.

En la intervención psicoterapéutica existen varias opciones de terapia para ayudar a las personas maltratadas que van desde la terapia cognitivo-conductual, psicoterapia de orientación feminista, o la terapia sistémica en violencia familiar, entre otros enfoques. Si eres víctima de algún tipo de violencia es fundamental buscar ayuda profesional.

Hoy somos más conscientes de la potencialidad de los grupos de apoyo para ayudarse en diferentes situaciones que generan sufrimiento: ser víctimas de violencia física, sexual, psicológica, escolar, laboral o ser familiar de alguien que vive violencia o fue víctima de un secuestro o feminicidio, son algunos ejemplos de situaciones que unen a las personas que comparten el mismo tipo de dolor y que se quieren acompañar mutuamente, pues conocen profundamente este sufrimiento.

Los Grupos de Ayuda Mutua son reuniones estructuradas de personas que comparten un sentir común, una situación o experiencia de vida y se caracterizan por la ausencia de jerarquía entre sus miembros, puede estar lidereado por un profesional o por personas también han sufrido algún tipo de violencia.

En esta ayuda mutua se exponen testimonios centrados en el tema de la violencia, evitando consejos y controversias, son espacios libres de juicios y críticas. Lo que une a estos grupos es la experiencia compartida, lo que genera un lenguaje común y la rápida compresión de la problemática de la violencia. Son grupos de ayuda y no de terapia de grupo, por eso es muy importante que si eres víctima de violencia busques también ayuda profesional como lo mencionamos antes.

El objetivo de estos grupos es acompañar a través de la escucha, acompañar al que narra su vida y su sufrimiento tiene un valor terapéutico para ambas partes, el que narra y los que escuchan, pone orden al desorden y perspectiva a la situación de violencia que se atraviesa.

En este espacio de encuentro se comparten sentimientos, pensamientos y experiencias que generan esperanza. Al contarlo el sobreviviente adquiere control sobre el suceso de violencia al tiempo que se normaliza e identifica con sus pares que reflejan otras caras del mismo sufrimiento y son una hermosa expresión de solidaridad, de humanidad, de empatía y sensibilidad ante el dolor del otro.

Un esfuerzo porque el dolor propio no sea infecundo, buscan superar el dolor a través de la ayuda a los demás. Esta ayuda mutua está destinada a ofrecer apoyo a cuantos viven experiencias de fragilidad y sufrimiento similares. Se genera un clima de acogida a los sobrevivientes, los anima a expresar sus sentimientos creando un sentido de pertenencia, generando nuevos puntos de vista, nuevos conocimientos y formas de afrontamiento.

El dolor no es para siempre, tendremos la oportunidad de decidir cómo queremos enfrentar ese sufrimiento, contando con la presencia del otro, al compartir el dolor se va curando, sanando, encontramos en nosotros herramientas de afrontamiento nuevas o ya existentes. Al narrar lo que estamos viviendo podemos liberar el dolor, sentimientos, pensamientos, lágrimas, recuerdos, silencios, se abren puertas, se prenden luces y se crea esperanza.

Estos grupos funcionan cuando se centran en la persona y no en el sufrimiento o el tipo de violencia. Cada participante se siente aceptado, acogido, escuchado, comprendido, respetado. La ayuda mutua también comprende redes de apoyo compuestas por personas que han sufrido violencia o tienen un familiar que la sufre, que a través de la interacción ofrecen apoyo y aprenden unos de otras estrategias constructivas para responder a las diferentes crisis que genera la violencia.

El sobreviviente al compartir alivia su soledad, obtiene fuerza en el grupo, sentido de pertenencia y comunión. NO ESTÁ SOLO O SOLA.

Un grupo de apoyo se puede convertir en una segunda familia, de personas que cuando nos dicen: yo sé por lo que estás pasando, es cierto, personas que recorren el mismo camino, sufrieron violencia y cuyas enseñanzas, virtudes, recursos y experiencias ayudan a caminar a los otros. Sin embargo, no es siempre fácil abrirse a narrar nuestros más íntimos dolores, ni a buscar ayuda en estos grupos.

El grupo es un puente para recorrer no un estado permanente en donde estancarnos, su objetivo es ayudar a los sobrevivientes de la violencia a regresar a la normalidad, moldeados por el sufrimiento. Los momentos compartidos ayudan a sanar, reconstruirse, avanzar, crecer, a hacer catarsis para encontrar esperanza.

La introspección, autorreflexión y la expresión o narración de uno mismo, el aprender de los demás y la capacidad de ver las cosas de otro modo ayudan en la superación de la violencia. Compartir el dolor es restaurador y muy humano.

 

                                                                                Marcela Barrera.

                                             

 

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