El día de las madres, 10 de mayo en
México, quiero reconocer a todas las madres de mujeres desaparecidas o muertas
por feminicidio.
Mujeres que encuentran hoy su fuerza al
acompañar a otras mujeres que igual que ellas, sufren la ausencia más profunda
y difícil, la que no se supera, con la que se aprende a vivir por aquellos que
hoy las necesitan.
Reconocer la fuerza que tiene, el valor y la
entereza de seguir adelante en nombre de sus hijos e hijas que ya no están. De levantarse
todos los días a buscarlas, a honrarlas, a recordarlas, a cuidar a los que
dejaron.
Reconocer a las abuelas que siguen siendo
madres de los que ya no están y ahora son las madres de los nietos que
necesitan de su presencia para sanar su corazón.
Reconocer el inmenso amor que les tienen, que
hoy es el motor de búsqueda, para hacer un homenaje diario al que ya no está físicamente,
pero siempre está en su corazón.
Un corazón que aprendió a amarlos el día que
supo que venían al mundo y que no deja de hacerlo, aunque no tenga la alegría
de tenerlos cerca. Que busca justicia,
respeto y reconocimiento para su ser más amado.
Mujeres fuertes y valientes que
quisieran no tener que serlo, pero que han encontrado en alzar la voz, el
camino para su dolor.
Un dolor que hoy es parte de su vida, que hoy
las motiva a levantarse, salir a buscar o a manifestarse, alzando la voz ante
la injusticia, la corrupción, la impunidad o la indiferencia de la sociedad.
A todas ellas hoy un abrazo y un
reconocimiento al amor que perdura no importan las circunstancias del momento,
sino el vínculo con sus hijos, a su capacidad de seguir caminando todos los
días desde el amor.
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